Una noche en una casa abandonada dos fugitivos armados… Esperen, esperen… Más bien eran tres, tres fugitivos que estaban en la casa abandonada con sus pistolas: una PT30SSSP, una M850TBCPRL y dos STAPEDE INOX… Ellos discutían acaloradamente.
Los tres fugitivos eran: El Creyente, el Horror y el Mujero. Estaban planeando robar el banco y en ese preciso momento una patrulla pasó justo delante de la casa. Y como los tres fugitivos estaban gritando, los policías se bajaron del auto para investigar. Harto de discutir con sus compinches, el Horror decidió salir a dar una vuelta…
Los policías se llamaba: Rimiedoso y la Rabuela. Sacaron sus armas para prevenirse. Rimiedoso portaba una Katana y la Rabuela un francotirador. Se acercaron sigilosamente a la casa, pero el Horror los vio con su mirada asesina y regresó inmediatamente a decirle a los demás. Mientras tanto, como no habían visto a los policías, el Creyente y el Mujero siguieron planeando sus fechorías…
Los policías siguieron al fugitivo que habían visto huir hacia la casa abandonada. ¡Estaban a punto de llegar a la entrada! Pero escucharon disparos que provenían de las ventanas destartaladas de la casa. Los policías se escondieron detrás de los árboles para protegerse, y como esa fría noche Rabuela estaba de mal humor comenzó a dispararles, enojadísima.
Rabuela tenía buena puntería y sólo había tirado como una advertencia y aunque no había querido herir a nadie, le dio en el brazo a Mujero, y este con su cara encolerizada porque le habían dado se retiró de la ventana.
¡Uno menos! Dijo Rimiedoso. ¡Sí! Y hay que avanzar, dijo Rabuela, enojadísima porque el único que no peleaba, a pesar de su Katana, era Rimiedoso. Rimiedoso un poco avergonzado ¡fue, tumbó la puerta de la casa y abatió a los dos fugitivos que quedaban! Rabuela llamó a sus amigos policíacos y cuando ellos llegaron se llevaron a los fugitivos sin darles tiempo de usar sus armas nuevamente. Y así los bandidos se fueron con los policías, e iban con “cara de pocos amigos”.
Los tres fugitivos eran: El Creyente, el Horror y el Mujero. Estaban planeando robar el banco y en ese preciso momento una patrulla pasó justo delante de la casa. Y como los tres fugitivos estaban gritando, los policías se bajaron del auto para investigar. Harto de discutir con sus compinches, el Horror decidió salir a dar una vuelta…
Los policías se llamaba: Rimiedoso y la Rabuela. Sacaron sus armas para prevenirse. Rimiedoso portaba una Katana y la Rabuela un francotirador. Se acercaron sigilosamente a la casa, pero el Horror los vio con su mirada asesina y regresó inmediatamente a decirle a los demás. Mientras tanto, como no habían visto a los policías, el Creyente y el Mujero siguieron planeando sus fechorías…
Los policías siguieron al fugitivo que habían visto huir hacia la casa abandonada. ¡Estaban a punto de llegar a la entrada! Pero escucharon disparos que provenían de las ventanas destartaladas de la casa. Los policías se escondieron detrás de los árboles para protegerse, y como esa fría noche Rabuela estaba de mal humor comenzó a dispararles, enojadísima.
Rabuela tenía buena puntería y sólo había tirado como una advertencia y aunque no había querido herir a nadie, le dio en el brazo a Mujero, y este con su cara encolerizada porque le habían dado se retiró de la ventana.
¡Uno menos! Dijo Rimiedoso. ¡Sí! Y hay que avanzar, dijo Rabuela, enojadísima porque el único que no peleaba, a pesar de su Katana, era Rimiedoso. Rimiedoso un poco avergonzado ¡fue, tumbó la puerta de la casa y abatió a los dos fugitivos que quedaban! Rabuela llamó a sus amigos policíacos y cuando ellos llegaron se llevaron a los fugitivos sin darles tiempo de usar sus armas nuevamente. Y así los bandidos se fueron con los policías, e iban con “cara de pocos amigos”.
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