lunes, 2 de junio de 2008

Los fugitivos armados (Wears of war)

Una noche en una casa abandonada dos fugitivos armados… Esperen, esperen… Más bien eran tres, tres fugitivos que estaban en la casa abandonada con sus pistolas: una PT30SSSP, una M850TBCPRL y dos STAPEDE INOX… Ellos discutían acaloradamente.

Los tres fugitivos eran: El Creyente, el Horror y el Mujero. Estaban planeando robar el banco y en ese preciso momento una patrulla pasó justo delante de la casa. Y como los tres fugitivos estaban gritando, los policías se bajaron del auto para investigar. Harto de discutir con sus compinches, el Horror decidió salir a dar una vuelta…

Los policías se llamaba: Rimiedoso y la Rabuela. Sacaron sus armas para prevenirse. Rimiedoso portaba una Katana y la Rabuela un francotirador. Se acercaron sigilosamente a la casa, pero el Horror los vio con su mirada asesina y regresó inmediatamente a decirle a los demás. Mientras tanto, como no habían visto a los policías, el Creyente y el Mujero siguieron planeando sus fechorías…

Los policías siguieron al fugitivo que habían visto huir hacia la casa abandonada. ¡Estaban a punto de llegar a la entrada! Pero escucharon disparos que provenían de las ventanas destartaladas de la casa. Los policías se escondieron detrás de los árboles para protegerse, y como esa fría noche Rabuela estaba de mal humor comenzó a dispararles, enojadísima.

Rabuela tenía buena puntería y sólo había tirado como una advertencia y aunque no había querido herir a nadie, le dio en el brazo a Mujero, y este con su cara encolerizada porque le habían dado se retiró de la ventana.

¡Uno menos! Dijo Rimiedoso. ¡Sí! Y hay que avanzar, dijo Rabuela, enojadísima porque el único que no peleaba, a pesar de su Katana, era Rimiedoso. Rimiedoso un poco avergonzado ¡fue, tumbó la puerta de la casa y abatió a los dos fugitivos que quedaban! Rabuela llamó a sus amigos policíacos y cuando ellos llegaron se llevaron a los fugitivos sin darles tiempo de usar sus armas nuevamente. Y así los bandidos se fueron con los policías, e iban con “cara de pocos amigos”.

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