martes, 10 de junio de 2008

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Me gustaría conocer tu opinión. Escríbe a: ccinoyolotzin@gmail.com y me harán llegar tus comentarios. ¡Muchas gracias!

martes, 3 de junio de 2008

La semilla mágica

En una tienda de campaña, un piloto sembraba una rara semilla que se había encontrado en uno de los lejanos sitios que había visitado en sus viajes. Unos días después la semilla maduró y creció y dio un fruto y del fruto salió un dinosaurio que se comió al pobre piloto.

El partido

Un día un niño cualquiera iba caminando rumbo a un partido de futbol. Al llegar al estadio se dio cuenta de que no había nadie y al ver que no había nadie se sentó y pensó: “Tal vez me engañaron, tal vez no había ningún partido”. Más tarde, en su casa, él averiguó que jamás hacían partidos en esos días y tuvo una idea: “La próxima vez que alguien me diga que habrá un partido, le preguntaré al entrenador cuándo será”.

lunes, 2 de junio de 2008

El barco

Una noche, un niño estaba pasando por el viejo muelle y vio al viejo barco. El pueblo contaba muchas historias sobre ese barco porque nadie había visto a su dueño, y entonces… ¡todas las luces del muelle se apagaron! Y el niño se quedó a oscuras. De repente escuchó que alguien desprendía un pedazo del barco. No escuchó nada más, sólo los crujidos de madera. Cuando volvieron las luces vio un hoyo en el viejo barco que se hundía lentamente. Al no poder hacer nada, él fue a avisarles a las autoridades pero cuando estaba a punto de llegar a la comisaría, se desmayó… Al despertar, el niño vio que estaba en su cuarto.

Duro de pelar en Navidad

Era de noche, una noche especial… Era la noche de Navidad y alrededor del árbol estaban Avecoiris, Lombrigato, Draser y Palú.
-Ya casi es media noche. Dijo Avecoiris agitando sus alas multicolor.
-Ya casi. Dijo Draser enrollando su largo cuerpo cubierto de escamas en el alto árbol de Navidad.
-¡Ya dio la medianoche! Dijo Palú moviendo sus colgantes y arrugados cachetes rojos.
-Sí, ya dio la medianoche. Dijo Draser desenrrollándose del árbol y relamiéndose la boca con su lengua viperina. Y ante la vista de todos se comió a Palú, y lo único que quedó de Palú fueron sus plumas azules.

El arco del bien y el mal

Un día un chico llamado Águila iba caminando y se encontró con un arco y un carcaj lleno de flechas. Él lo llevó a su casa y ahí sus papás le preguntaron dónde había encontrado el carcaj y el arco, y él les dijo que iba caminando y se los había encontrado.
A la mañana siguiente probó las flechas. Cuando probó una, disparándola contra un árbol, la flecha se volvió negra, y cuando se clavó en el árbol, éste se marchitó. Luego probó otra y se volvió dorada, y cuando se clavó en el árbol al que la flecha iba dirigida, se volvió de oro. Al ver eso, sus padres lo llevaron ante el rey y le contaron lo sucedido. Entonces el rey le ordenó clavar flechas en todos los árboles de los alrededores, porque el rey era ambicioso y deseaba que todos los árboles se trasformaran en oro puro. Pero al ser lanzadas, una a una las flechas se volvían negras y los árboles donde se clavaban se marchitaban; y como Águila no conseguía que las flechas convirtieran los árboles en oro el rey se enfurecía cada vez más. Y como al chico no le gustaba que el rey se enfureciera, trataba y trataba de que las flechas salieran doradas, pero eso no ocurría. Entonces les dijo a sus padres que no quería lanzar más flechas porque sentía mucha tristeza de que los árboles murieran. Pero como sus padres habían conseguido la amistad del rey, lo obligaban y lo obligaban a disparar flechas a cada árbol que encontraban a su paso, y Águila casi no comía. Y entonces, ya muy cansado lanzó una flecha más y ésta se volvió dorada en el aire. Los padres de Águila saltaban de alegría, pero el chico se sentía mal porque ya no tenían alimentos ni aire para respirar, porque no tenían árboles vivos ni verdaderos. Y todos, menos Águila se asfixiaban. Tanto sus padres como el rey estaban arrepentidos y toda la gente del pueblo sentía que se moría.

Una tarde Águila estaba caminado por entre la arboleda que estaba sembrada de seres marchitos o convertidos en oro puro y descubrió un árbol no transformado detrás de otros dos árboles dorados, y vio desde donde estaba que la corteza del árbol estaba rallada. Se acercó y vio que tenía escrito su nombre y él pensó: “Este árbol debe darme el oxígeno sólo a mí.” Y se le ocurrió una idea descabellada: “Y si disparara dos flechas al mismo tiempo pensando en el árbol que yo quiero…” Entonces cerró los ojos y disparo las dos flechas a uno de los árboles que tapaban el árbol natural, pensando en un árbol vivo; y cuando abrió los ojos, descubrió que el árbol de oro era un árbol vivo nuevamente y fue a decirles a sus padres y al rey mismo. Y cuando obtuvo el permiso de sus padres y del rey fue retransformando los árboles en seres vivos. Y el pueblo volvió a respirar y todos allí, empezando por el rey, aprendieron una lección.

Mi X Box 360 y mi colchón

Había una vez un niño llamado Mario que sólo le interesaba su X Box y un día lo perdió. Lo buscó y lo requetebuscó y por fin lo encontró debajo del colchón. Y Mario se preguntó ¿Quién lo pondría ahí? Mario le preguntó a Luigi, Wario, Bowser y Bowser Jr., pero no encontró al responsable. Buscó y buscó… y al fin lo encontró: era ¡Donkey Kong! Y sus cómplices eran Mini Mario 1, Mini Mario 2, Mini Mario 3 y Diddy Kong.

El árbol

Un día, un niño pasó junto a un árbol… Él vio un movimiento fugaz junto al árbol y vio una abertura en su tronco. Y de repente el árbol lo absorbió.

Los fugitivos armados (Wears of war)

Una noche en una casa abandonada dos fugitivos armados… Esperen, esperen… Más bien eran tres, tres fugitivos que estaban en la casa abandonada con sus pistolas: una PT30SSSP, una M850TBCPRL y dos STAPEDE INOX… Ellos discutían acaloradamente.

Los tres fugitivos eran: El Creyente, el Horror y el Mujero. Estaban planeando robar el banco y en ese preciso momento una patrulla pasó justo delante de la casa. Y como los tres fugitivos estaban gritando, los policías se bajaron del auto para investigar. Harto de discutir con sus compinches, el Horror decidió salir a dar una vuelta…

Los policías se llamaba: Rimiedoso y la Rabuela. Sacaron sus armas para prevenirse. Rimiedoso portaba una Katana y la Rabuela un francotirador. Se acercaron sigilosamente a la casa, pero el Horror los vio con su mirada asesina y regresó inmediatamente a decirle a los demás. Mientras tanto, como no habían visto a los policías, el Creyente y el Mujero siguieron planeando sus fechorías…

Los policías siguieron al fugitivo que habían visto huir hacia la casa abandonada. ¡Estaban a punto de llegar a la entrada! Pero escucharon disparos que provenían de las ventanas destartaladas de la casa. Los policías se escondieron detrás de los árboles para protegerse, y como esa fría noche Rabuela estaba de mal humor comenzó a dispararles, enojadísima.

Rabuela tenía buena puntería y sólo había tirado como una advertencia y aunque no había querido herir a nadie, le dio en el brazo a Mujero, y este con su cara encolerizada porque le habían dado se retiró de la ventana.

¡Uno menos! Dijo Rimiedoso. ¡Sí! Y hay que avanzar, dijo Rabuela, enojadísima porque el único que no peleaba, a pesar de su Katana, era Rimiedoso. Rimiedoso un poco avergonzado ¡fue, tumbó la puerta de la casa y abatió a los dos fugitivos que quedaban! Rabuela llamó a sus amigos policíacos y cuando ellos llegaron se llevaron a los fugitivos sin darles tiempo de usar sus armas nuevamente. Y así los bandidos se fueron con los policías, e iban con “cara de pocos amigos”.